martes, 1 de enero de 2008

JAPOFIESTAS

Dos meses antes de navidad, la ciudad ya estaba decoradísima con luces, arreglos navideños y toda la serie de cotillones alusivos. Algunas personas y hasta animales vestían a tono con las festividades. El edificio de oficinas de enfrente de mi casa dejaba encendidas por la noche las luces de algunas de sus oficinas, de modo que se dibujara un arbolito navideño con las ventanas iluminadas (imagino al tipo sentado delante del plano del edificio, haciendo marquitas en las oficinas que debían quedar encendidas… “la 104, la 105, la 106, la 107, la 205 y la 206, la 3…, hay no, cagué, cómo hago para que me quede una en el medio”…) Las grandes tiendas como Tokyu Hands y Loft (lugares ideales para comprar cualquier tipo de cosa, pero cualquiera, cualquiera), disponían de un piso entero dedicado a los arbolitos naturales, de plástico, o de fibra óptica, los adornos, los papá noeles bailarines o rellenos de bombones, las lucecitas y las guirnaldas. También en el mismo piso se le dedicaba una enorme porción de superficie a la zona de disfraces, de Papá Noel, de sexi Mamá Noel y de reno… sí, de reno. La sección de tarjetería desbordaba de salutaciones navideñas de todas las formas, colores y tamaños. La de envoltorios de regalos (un día tengo que escribir un apartado sobre los envoltorios de regalos, tienen toda una artillería montada para hacer los más hermosos paquetes de regalo, preciosísimos y fáciles de armar), en este caso, todos en colores rojo y verde con dibujos alegóricos, llenaban las góndolas. Miles, pero miles enserio, miles de personas comprando regalos, que las cajeras envolvían con colores navideños. Cola para acceder a las escaleras mecánicas (organizadas por coleros del primer mundo, otros que merecen un capítulo aparte). El supermercado de delicatesen importadas en el que compro la polenta, el salamín y el dulce de frambuesa vendía Panettone italiano. Todo divain, la maquinaria navideña desplegada en todo su esplendor… Salvo por un detalle… acá no festejan la navidad…
La navidad viene a ser como lo que sería un Halloween para nosotros. Nada ocurrió el veinticuatro de diciembre a las doce, salvo que se terminó la fiesta que organizó el circo ya que el salón cerraba a esa hora. Así que en vez de brindis, hubo retirada. Doce cero cinco, estábamos todos en la calle despidiéndonos hasta mañana. La calle en silencio, las luces apagadas.
El veinticinco, los pisos de Loft y Tokyu Hands dedicados a las fiestas habían desaparecido, en lugar de arbolitos había gorritos de invierno y bufandas. El Panettone del supermercado de delicatesen que quería comprar para año nuevo ya no existía. No more christmas. Fue la navidad.

Para el treinta y uno, los negocios vendían unos adornos de bambúes y hojitas, con cintas de colores, colocados encima de una base redondeada, que un día confundí con un postre oriental desconocido y compré en el supermercado. Al respecto puedo decir que dicha base sabe a cera y que se derrite si uno la pone en el microondas tratando de descubrir si se trata de un postre que requiere de cocción. Algunas casas y negocios, el treinta y uno tenían estos adornos sobre la puerta. El año nuevo acá sí que se festeja, aunque los años se cuentan diferente. Acá cada emperador, al asumir le pone un nombre a su era y los años empiezan a contarse a partir de su asunción. El 2008 sería en Japón el año 20 de la era Heisei. A las doce se va a los templos a rezar. Tocan ciento ocho gongs, cada uno por cada palabra de la oración. Nosotros nos juntamos con amigos a cenar en un departamento. A las doce le tocamos el timbre a los vecinos de al lado, amigos también y hubo salutaciones varias en el pasillo hasta que el personal de seguridad vino corriendo a exigir silencio. Silencio en el pasillo y silencio en la calle. Y silencio en los balcones, también vigilados desde abajo por la gente de seguridad. Ni medio petardo. Ni un chasquibúm. Ni una estrellita. A la una las calles estaban vacías. También a las dos. El año nuevo por estos lados empieza con mucho silencio.
¡Salú y buen año para todo el mundo!






Mi arbolito:




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