domingo, 18 de febrero de 2007

Vivienda

- Todas las viviendas son muy chiquitas, en Japón hay mucho problema de espacio… Son muchos…

- El departamento en el que estamos está en un edificio muy moderno. Es muy blanquito y está lleno de electrodomésticos, a saber:
· Tetera eléctrica (cuyo cable tiene un enchufe imantado, o sea, no se inserta).
· Horno microondas con función tostadora y función horno convencional (un par de papitas tardan dos horas y media en cocinarse, pero salen doraditas y deliciosas).
· Heladera con freazer, una reproducción enana de la heladera que todos queremos en casa.
· Arrocera eléctrica para hacer el arroz al estilo oriente.
· TV pantalla plana, con satélite, que nos permite pasar del japonés al inglés algunos de los canales, apretando un botón del control remoto. Además anuncia a un costado lo que están dando, con dibujitos, por ejemplo, el canal en dónde pasan películas de samurais, tiene una cabecita de un samurai con rodetito y todo.
· Reproductor de dvd con videocasetera para grabar de la tv.
· Reproductor de cd.
· Lava- secarropas con calculador automático del programa adecuado según el peso (que descubre solo) de la ropa que se le ponga.
· Aspiradora, que parece ser una maravilla aspirante.
· Extractor de humo tan potente, que cuando se pone al máximo hay que abrir una ventana, ya que chupa todo el oxígeno. Lo comprobamos al querer abrir la ventana con el extractor encendido. Chupaba tanto el aire, que nos resultó dificilísimo abrirla.
· Portero eléctrico visor en el que se puede dejar un mensaje grabado para cuando no estás.
· Teléfono inalámbrico y teléfono con fax y contestador. El teléfono es prepago. Para usarlo, primero hay que ir a planta baja y cargar una tarjeta con cinco mil yenes (unos treinta dólares) como mínimo.
· Regulador de la temperatura del agua.
· Aire acondicionado frío-calor.
· Lo más top de lo top es el inodoro con botonera que te lava el culo (botón con dibujo de un culito al que le da un chorro) y la chucha (botón con el dibujo de una señorita a la que se le riega el culito y la chucha). Botón secador. Y tabla calentita las veinticuatro horas del día.
· Tenemos además seis controles remoto: la tele, el satélite, la reproductora de dvd, la video, la calefacción y la luz con tres posiciones (luz a todo culo, luz un poco más baja, penumbras).

- No se entra a ninguna casa con zapatos. A tal fin te dejan dos pares de chancletas a la entrada. Los departamentos en donde viven orientales, tienen todos los zapatos al lado de la puerta, del lado de afuera.

- El departamento (que sólo cuenta con veintisiete metros cuadrados), tiene también un balconcito con escalera de incendios incluida, al que se accede desde el baño. También tenemos un pasillito a la entrada con un placardcito, una habitación- comedor con una mesita chiquita y un ventanal que lo rodea, una sola silla y un armario enorme con capacidad para todas las valijas, una minicocina tipo kichinete (con un juego de vajilla para dos que incluye una cuchilla al estilo las de las propagandas de la tele que cortan casi sin apoyar y filosa como para cotar un caño como hace el de la propaganda), el baño con un cubículo para bañarse en donde hay una ducha que puede usarse tanto para la bañera (un metro por cincuenta centímetros, pero muy profunda), como para el piso, ya que todo el cubículo se cierra herméticamente y tiene además calefacción propia. También dentro del cubículo hay un espejo que da a la altura del pecho, hasta las rodillas (aún no entendemos su función) y te dejan una especie de trapito blanco que suponemos, se usa de esponja. También hay a la altura del tobillo una especie de jabonera que no tenemos idea de para que puede servir ahí, a esa altura. La mayoría de las puertas dentro del departamento son corredizas y tienen tallado un dibujo que remite a las puertas de papel.

- Casi todas las casas y edificios de departamentos tienen en la entrada una especie de lockers, pero para paraguas (acá hay una temporada al año en la que llueve durante tres meses). En nuestro edificio, cada departamento tiene un cuelga paraguas junto a la puerta (del lado de afuera).

- Desde nuestro departamento tenemos visual de casi todas las terrazas de la zona. Por eso nos dimos cuenta de cuán meticulosos son los japoneses a la hora de tender la ropa. En vez de sogas, tienen unas varas de metal, gruesas como un caño, del que cuelgan la ropa tanto con perchas, como con unos broches especiales que tienen la forma del caño. Además esos caños son movibles y tienen varios postes para poder ponerlos en diferentes partes de la terraza. También tienen broches especiales para colgar los acolchados de las barandas de los balcones, unos broches enormes con la forma de la baranda. Podemos ver también que tienen toda serie de adminículos tipo tender, que se enganchan de unas columnas con agarraderas. A modo de curiosidad, el otro día vimos a una viejita tendiendo un kimono.

- El tema de la basura es todo un aparte. Acá son tremendamente meticulosos con la basura (bueno, son meticulosos con todo). Tenemos que separarla en: Quemables, no quemables, latas, diarios y revistas, botellas de plástico, botellas de vidrio. A tal fin tuvimos que comprarnos varios tachos de basura.

Negocios

- La característica fundamental de los negocios acá, son sus vendedores… ¡Nunca paran de hablar! Lo que hacen es darte la bienvenida, saludarte, darte las gracias y pedirte disculpas constantemente. Constantemente es constantemente. Nunca, jamás dejan de repetir y repetir una frase que suena algo así como: algo adelante y después…osaimaaaaá. Lo único que sé al respecto es que osaimá es algo así como “mucho”, tipo muchas gracias, o el very much del thank you. Y se que lo demás son bienvenidas y saludos… Al principio resulta simpático, pero después termina siendo insoportable.


- Los supermercados tienen una cantidad de curiosidades muy interesantes: Por empezar, la cajera, mientras te pasa por la lectora los productos, los va pasando de tu canastita a otra que tiene delante de ella (la que dejó el cliente anterior). Va diciendo, seguramente, qué es y cuanto sale cada cosa que pasa, porque nunca deja de hablar. Y acomoda las cosas en la canasta de una manera…muy japonesa… con una rapidez y prolijidad admirables. Hace coincidir las formas de los productos como si fuera un rompecabezas 3D, que sabe armar hasta con los ojos cerrados. Quiero que me arme las valijas. Una vez que se les paga, la cajera mete la plata en la caja registradora y el vuelto sale solo por una ranura. Otra curiosidad es que, como el super al que vamos, tiene dos pisos (abajo hay solo productos frescos y arriba están las latas, envasados, productos de limpieza, etc), junto a la escalera hay unos estantes para que dejes la canastita y no cargues peso al subir. Todos los productos del supermercado, menos el arroz, vienen en envases miniatura. Y todo está envuelto y viene adentro de un paquetito, que trae adentro otro paquetito y así… El arroz, por el contrario viene en bolsas gigantes tipo la comida de los perros en occidente.

- Hay muchísimas casas de video juegos con cosas bizarrísmas adentro. Por ejemplo, una pantalla gigante con carrera de caballos virtual, frente a la cual, un montón de japoneses sentados en sillas, apuestan, también virtualmente. Videojuegos que se juegan con cartas de verdad, tipo yuió o como se llamen. Se apoyan sobre una mesa- pantalla y se van moviendo, no entiendo cómo. Hay muchos juegos con tambores que la gente golpea alocadamente pero con un ritmo envidiable. Y hay, en algunas casas, cargadores para celulares. Una especie de mini lockers, con enchufes, en donde por unas monedas, cargás el celular.































- Otro tipo de video juegos, es el PACHINKO, es como un tragamonedas, pero con unas pelotitas plateadas. El ruido adentro de las casas de Pachenko es ensordecedor y la mayoría de los jugadores son gente mayor, que parece que tienen una adicción desbordada por ese juego.

- Otra diversión típicamente japonesa es el Karaoke. Hay edificios enteros de Karaoke. Son como si fuese un hotel, y las habitaciones tienen una TV gigante, unas mesas y silloncitos rodeándolas, dos micrófonos, un aparato con el que seleccionás las canciones y unos libros para buscarlas. Son habitaciones de dos por tres, más o menos. Podés pedir room service. Te cobran por hora y lo que consumís. El sistema es prácticamente como un telo. Te llaman cuando faltan diez minutos para que se acabe tu turno. Así de bizarro como suena... Además cuando terminás de cantar una canción, la máquina te pone un puntaje…Nosotros fuimos con unos amigos, éramos cinco y pedimos cuatro veces que nos prolongasen el turno. O sea que estuvimos cantando como desaforados y recagándonos de risa durante cinco horas… Toda una experiencia ponja cien por cien…

- En el barrio de Shinjuku, hay una librería de siete pisos. A la entrada había cuatro ascensores. Frente a ellos, una línea tras la cual había que mantenerse. Entre los ascensores y la línea, una señorita vestida de trajecito imitación chanell de color rosa, con una galera al tono y guantes blancos, iba organizando la subida a los ascensores. Cuando llegaba un ascensor hacía subir a la gente. Pero, hasta que el ascensor no estaba completo, no lo mandaba para arriba. Ahora, el concepto de completo, para los japoneses no es el mismo que para nosotros… su equivalente en el modo occidental vendría a ser algo así como: amasijo, revoltijo humano, hasta que reviente, explotante, rebosante, abarrotado, asfixiante… Dentro del aplastamiento, también viajaba otra señorita, vestida igual que la de abajo, pero ésta se dedicaba a apretar los botones y a hablar sin para en voz muy baja durante todo el viaje.

- El mejor negocio de Japón es, indudablemente, el “Todo por cien yenes”, en donde por solo ciento cinco yenes (setenta centavos de euro), se puede comprar absolutamente cualquier cosa.

- Pude comprobar que comprarse ropa en Japón es una verdadera pesadilla. Las japonesas usan la ropa muuuuy cortita. Todo con mucho abuchoné, moños, volados y todo con corte debajo de las tetas. Un corte que favorece nada a las occidentales caderonas. Además los talles son mínimos. Menos mal que el capitalismo desenfrenado, nos trajo a Zara, Benetton y Mango, para conseguir alguito con formato más o menos occidental y talles aptos para todo culo.

Gente

- La gente acá es toda japonesa. La obviedad se transforma en algo avasallante teniendo en cuenta la cantidad. Son muchos. Son todos. O casi todos. Es muy raro darse vuelta para mirar cuando pasa un occidental. Ser claramente un extranjero. Muy extranjero. Porque las costumbres son tantas y tan diferentes, que acá se es extranjerísimo, de lugar y de cabeza.

- Una de las primeras cosas que nos llamaron la atención ya en el aeropuerto mismo es la gente con barbijo. Hay mucha gente que anda con barbijo, además los barbijos se compran casi en todas partes. No sabemos si los usan para no contagiar cuando están resfriados o para no contaminarse. Tendremos que averiguarlo. Ya está averiguado... ¡Para las dos cosas! (depende del grado de amor al prógimo o a uno mismo que tenga el que lo usa)






- Las costumbres de “buena educación” acá son prácticamente una obligación. Por eso al salir o entrar de los negocios todos los empleados cantan un saludito. Estamos tratando de identificarlos, pero no son siempre iguales. Lo que se repite es el cantito, la entonación. Al principio resulta simpático y uno, además, se ve en la obligación de responder, aunque sea con algún gesto. Pero enseguida uno se da cuenta de que es un gesto absolutamente mecánico y que, por ejemplo, en los “Todo por cien yenes”, en donde entra y sale gente permanentemente y son negocios abiertos a la calle, los empleados nunca, nunca, pero nunca, dejan de repetir el cantito de turno. Después de unos días es casi como si no los oyéramos… Por eso es que quiero apurarme a escribir todo lo nuevo que voy descubriendo, porque la capacidad de adaptación del ser humano, es arrasadora y capaz de neutralizar las cosas más increíblemente sorprendentes.

- Es una actividad más que interesante y entretenida, simplemente pararse a observar a la gente que anda por la calle. Hay mujeres vestidas con kimono y esas ojotitas que se usan con unas medias especiales, que tiene el corte entre el dedo gordo y los demás dedos. Estas mujeres andan por la calle así como si nada. Se las ve en el supermercado, en la calle, en el subte… Tenemos una foto de una mujer vestida con su kimono mandando mensajito de texto por celular a la salida del subte, que es una barbaridad… También hay, pero menos, hombres vestidos con kimonos. Ellos usan unas sandalias de madera que van apoyadas sobre dos rectangulitos de madera mínimos, una especie de mini zancos, o algo así. Los hombres que visten así son todos viejos. Mujeres con kimono, las hay de todas las edades. Y vimos unas pocas (dos), maquilladas en un estilo geisha, aunque muy liviano. Todas usan rodete.



















- Otra cosa muy llamativa son las viejitas. Caminan totalmente encorvadas, con las manos agarradas en la espalda o con unos carritos, una especie de changuitos que les sirven a la vez de bastón o andador.

- Nos llamó mucho la atención que casi no se ven parejas caminando por la calle. Y de las pocas que vimos sólo algunas iban agarrados de la mano. Mucho menos, por supuesto, hemos visto a parejas abrazadas y menos aún besándose.

- Tampoco hay muchos chicos por la calle. Al principio creíamos, según habíamos leído, que era porque acá existe el control de la natalidad y se permite tener un solo hijo por pareja. Sin embargo ya hemos visto un montón de gente con dos chicos. Aún así es muy poca la cantidad de chicos que se ven. De hecho hasta el momento sólo hemos visto un par de jugueterías. Lo que sí, a la hora de la salida del colegio aparecen chicos por bandadas. Y es muy gracioso el uniforme que usan. Van vestidos de marineritos, tanto nenas como nenes. Las nenas con polleritas, los varones con pantaloncito. Ambos usan gorritos enganchados con un elástico. Las nenas con un poquito de ala, los varones tipo casquito, con visera. Como Carlitos Balá… Y todos usan unas mochilas cuadraditas de cuero, muy altas sobre la espalda. Todos la misma. El look, en general, tiene una reminiscencia total a los uniformes del colegio de la época de mis padres (los años cuarenta).

- Los adolescentes también se visten de marineros. Marineros un poco más adultos. Los varones van con pantalón largo y saco cuello mao. Las chicas con pollerita, medias y guillerminas. El look de las chicas es bastante aniñado y, por momento resulta chocante ver a chicas que parecen bastante grandes, vestidas como si estuvieran haciendo la parodia de la colegialita…

- El barrio de Shibuya, el centro, centro de Tokio, es el barrio de los jóvenes y es el barrio alternativo por excelencia (ver “lugares”). Y cuando hablo de alternativo, no estoy hablando de los chicos palermitanos, con sus anteojitos y sus sacos con pantalón de gimnasia… Los jóvenes acá es evidente que gritan contra todo el reglamento bajo el cual viven condicionados, contra toda esa “efectividad”, “practicidad”,y esa manera única y más óptima de hacer las cosas que se impone en Japón. Desde los peinados, hasta la ropa, los zapatos, los accesorios, dicen “no”, a todo eso. Los estilos son diferentes. Van desde lo exagerado hasta lo bizarro total. Algunas chicas van peinadas y maquilladas como si estuvieran haciendo una parodia de los peinados de los años sesenta. Unos batidos imposibles de quince centímetros de alto, bucles recalcitrantes cayendo por debajo del batido. Pelos muy largos. Teñidas de rubio o castaño claro. Estas chicas se visten con ropas “elegantes”, ya que estas serían las “chicas elegantes”. Esos vestuarios suelen ser polleras muy cortas, poleras abuchonadas, tapaditos y zapatos siempre brillantes, fucsias, verdes, turquesas, rojos, pero lo importante es que brillen mucho, que sean bien platinados. También tiene que terminar en punta, tener un taco altísimo y por lo menos un moño o aplique de strasses de colores. También suelen usar, debajo de las medias, unas polainas hasta la rodilla, tipo bucaneras.
El otro estilo para las señoritas, es el “bizarro total”. En este caso los peinados son una exageración de lo bizarro mismo. Sería, digamos, cualquier cosa. Los pelos agarrados de cualquier manera. Dos colitas bien paraditas. Pelo fucsia. Adornitos de cualquier forma, corazones en medio del flequillo, cachos de cosas colgando. Todo muy extraño. Lo curioso es que tanto estos peinados, como la ropa (enseguida la describo), si bien así contada podría parecer algo medio punk, o moderno, en este contexto, la decodificación es otra, eso es bien evidente. Todavía no estuve aquí lo suficiente para entenderla desde acá, pero desde mi lugar, no entra en ninguna de las etiquetas conocidas. Es algo absoluta y totalmente japonés. No lo identifico con nada conocido. Con respecto a la ropa, estas chicas (y también los chicos, ya que en este look bizarro entran ambos sexos por igual), es absolutamente “complicada”, por eso digo lo de la oposición a lo óptimo y efectivo. Usan cualquier cosa, pero mucho. Pantalones con cortes indescriptibles, que sólo parecen pantalones porque van sobre las piernas, pero que tienen forma de cualquier cosa. Anchos. Cuadriculados. Escoceses. Pedazos de tela unidos de las formas más bizarras… Muchos accesorios. Difícil de describir, me falta observación. Ese será mi próximo trabajo de campo.
En cuanto a los hombres “elegantes”, igual que las mujeres usan peinados exagerados. Pelo largo con brushing. Y se visten de traje, pero con algún detalle tipo corbatín o camisa muy entallada.

- La mayoría de la gente, en general, en los barrios más comunes, está siempre vestida muy formal. Los hombres traje azul, casi todos y las mujeres usan bastante el negro. Aunque en todos los barrios, siempre hay gente vestida como describía antes. Pero nadie se da vuelta para mirarlos y son parte del paisaje cotidiano en cualquier lado en el que se esté.

- En todo momento y en todas partes, la gente está hablando y escribiendo en los celulares. Salvo en el subte en donde está prohibido hablar por teléfono (pero no escribir, así que escriben permanentemente). Hay todo un mercado de accesorios para celulares. Les cuelgan adornitos y los hay de todos colores y formas. Y los celulares tienen funciones increíbles, como por ejemplo traducir al inglés.

- Los japoneses leen de arriba hacia abajo. Es muy curioso en el subte verlos leer y ver cómo los ojos en vez de moverse horizontalmente, como nosotros estamos acostumbrados a ver, se mueven en vertical. Una curiosidad que me llamó la atención. Me llevó también a pensar qué diferente debe ser la mirada de esta gente. Me refiero a la organización de la mirada, que está tan condicionada al sentido en el que leemos. Dónde empieza algo y dónde termina. Qué está antes y qué después… Y después queremos usar el feng shui en nuestras occidentales vidas… Además, es curioso cómo nosotros que tenemos los ojos redondeados los usamos horizontalmente y ellos, que los tienen tan horizontales los usan en sentido vertical.

- Mucha gente saluda haciendo una reverencia. La respuesta automática es hacer otra para contestar, pero eso implica que ellos repitan el gesto y al final hay que darse vuelta e irse antes de que terminemos encerrados en un círculo de reverencias del que nunca podamos liberarnos…

- También los japoneses son super amables. Si uno está parado mirando un cartel del subte, por ejemplo, con cara de no entender nada, siempre hay alguien que habla inglés que se acerca para ofrecer ayuda. Lo mismo pasa con el idioma. Si bien son muy pocos los que hablan inglés, los que no lo hacen, hacen lo imposible por lograr la comunicación. Tengo un par de secuencias al respecto muy jugosas. Voy con una. Había visto en un negocio un adornito hermoso, pero en ese momento no tenía plata, así que volví al día siguiente para comprarlo. Pero, cuando volví a la tienda, el adornito ya no estaba. Como me gustaba mucho, me acerqué a la vendedora y le pregunté si hablaba inglés. Por supuesto que no lo hacía, ni ella, ni las otras dos mujeres que atendían el negocio. Por señas, le mostré a la chica en dónde estaba el adornito que me había gustado y la forma que tenía. Me entendió enseguida. Previo dejarme abandonada señalando el lugar del adónde había estado el adornito, se juntó con las otras dos mujeres y empezaron a hablar en japonés entre ellas, haciendo gestos y riéndose, evidentemente, tratando de ver cómo me explicaban lo que tenían que decirme. Finalmente la chica vino con un muestrario en el que me señaló el adorno que yo quería. Y agarró le celular y escribió algo en japonés. Evidentemente usó una función traductora del teléfono, porque cuando me lo mostró, aparecía, junto a los ideagramas japoneses: “to order, to request”. O sea, tenían que pedirlo. Hasta ahí todo bien. Pero me tocaba contestar. La chica me dio el teléfono para que escribiera mi respuesta… Qué respuesta, pensaba yo. Después de varios intentos fallidos, en los que la chica tuvo que venir a asistirme para que retornara la pantalla del traductor, le anoté “when”. Pero parece que ahí la chica ya había perdido la esperanza de que el teléfono nos comunicara y ahora estaban las tres mujeres tratando de explicarme algo, sin encontrar la manera. Las cuatro nos reíamos de lo lindo, eso sí. Entonces la mujer más vieja de las tres, llamó a alguien por teléfono, alguien que hablaba inglés, me pasaron con él y así pude saber que lo que querían era que les dejara mi dirección y mi teléfono para que ellas me avisaran cuándo llegaba el adornito… ¿¿¿avisarme por teléfono??? ¿¿¿Y en qué idioma??? Como además yo no había traído conmigo esos datos, le dije al hombre que vivía al lado del negocio y que podía pasar en cualquier momento. El hombre se lo comunicó a la viejita y así, señalando en un calendario, me enteré que el siete de febrero, estará mi adorno listo para retirar. Después escribí mi nombre en un papelito y me despedí de mis amigas en medio de carcajadas y aregatós varios. Ya pasó un tiempo de esta situación y tiene parte 2: El consabido siete de febrero me presenté en el nogocio, cuasi emocionada. No estaban las mismas vendedoras que la vez pasada, pero, enseguida supieron quién era yo. Una de las vendedoras corrió hacia adentro del negocio y vino apuradísima (acá es de muy mala educación hacer esperar al cliente), con un papelto que tenía algo escrito en japonés arriba y abajo su correspondente traducción al inglés, en donde decía que habían mandado a pedir mi adornito, pero que no había más en stock, ya que el tres de marzo es el día de las niñas y parece que ese tipo de adornitos salen a lo loco. Pero, que iban a fabricar uno para mi y que estaría listo el veinte de febrero... Quiero aclarar que no se trata de un buda de oro con incrustaciones de diamante, ni un jarrón de porcelana... es un adornito cualquiera, de tres mil yenes. Como si en Argentina se tratara de un móvil de cartón de veinte pesos... A veces tanta corrección me saca... pero a veces resulta sencillamente adorable.

- Los japoneses no dicen “yo” señalándose el pecho como nosotros. En su lugar se tocan con la punta del dedo índice, la nariz.








viernes, 2 de febrero de 2007

Calles



Hay diferentes tipos de calles. A nosotros, por suerte nos tocó la calle tranquila. Nuestra calle es preciosa. Es una calle angosta rodeada de farolitos y llena de negocios, en su mayoría restaurantes, puestos de comida, de sushi, panaderías, una casa de kimonos, zapaterías, chucherías, venta de tés… también hay una especie de mega perfumerías y un todo por cien yenes, en donde se puede conseguir absolutamente todo… y todo por ciento cinco yenes (algo así como setenta centavos de euro).


- Las calles están impecables. Esto no sólo significa que no hay ni un papelito en el piso, sino que además, están limpias, como si les hubiesen pasado un trapo hace cinco minutos. Además es extraño porque no hay muchos tachos de basura, pero nadie tira nada al piso.

- En las calles hay un ritmo totalmente diferente al que estamos acostumbrados. Al principio no me daba cuenta si era una especie de cámara lenta. Pero ahora noto que el ritmo está dado por el movimiento y por el silencio. Hay mucho silencio en la calle. En nuestra calle, digo, las calles del centro son todo lo contrario. Además, en nuestra calle pasan música por altoparlantes. Es siempre la misma. Cuando digo la misma, digo la misma canción permanentemente. Es una especie de vals afrancesado que pasa una y otra vez sin solución de continuidad.

- Los domingos nuestra calle se hace peatonal. Las familias salen todas a pasear. Los negocios ponen mesitas en la calle y venden afuera. Los puestos de comida también cocinan en la calle. Hay mucha gente paseando con perritos, todos mínimos, enanos, diminutos y horribles (al menos para mí que no me gustan los perros y menos los miniatura). Acá a los perros parece que se los cuida muchísimo. Todos andan vestidos. Hemos visto hasta una tienda de moda para caniches. Y también vimos un caniche todo pelado menos una zona en el lomo en donde le habían dejado un pedazo peludo en forma de corazón…

- Algunas calles cambian de sentido según el horario. De doce a veinticuatro para un lado y de veinticuatro a doce, para el otro.


- Está prohibido fumar en las calles. Hay carteles en piso anunciándolo. Se puede fumar al lado de las máquinas expendedoras de cigarrillos, que tienen un cenicero al lado, y en ciertos lugares que hay en los puntos importantes, reservados especialmente para eso. Son como unas jaulitas de vidrio en donde se agolpan todos a fumar, generalmente están a las salidas de las estaciones de subte y tren.












- Tampoco es de buena educación comer por la calle. No teníamos información al respecto, pero nos pasó de estar comiendo por la calle un sandwichito y que la gente nos mirar mal.

- Parece ser que tampoco está bien estornudar por la calle o en el supermercado. También lo aprendimos por experiencia, pero esta vez de unos amigos.

- Por la calle hay un montón de japoneses. Iba a seguir escribiendo después de “japoneses”, pero eso ya de por sí me pareció digno de destacar. Ya que, a pesar de la obviedad, ser uno de los poquitísimos occidentales entre tantos orientales, se siente realmente raro. Saber que uno es el diferente. No es que uno llame particularmente la atención, pero es raro saber que a simple vista, todo el mundo sabe que no uno no es de ahí…

- Sigo, entonces, con lo que iba a poner antes. Por la calle hay un montón de japoneses que usan barbijo. Todavía no detectamos si es para no contagiar alguna gripe o para no contaminarse. Estamos averiguando.

- No se ven muchos chicos por la calle. Tampoco vimos más de dos o tres jugueterías. Si bien habíamos leído que acá el tienen control de la natalidad y pueden tener un solo hijo por familia, hemos visto familias con dos chicos. Pero no más de eso.

- Por todas partes, en medio de una calle cualquiera aparece de pronto un santuario o un templo. Todavía no distingo bien uno de otro, pero sé que el santuario es sintoísta (la religión oficial de Japón) y el templo es budista. Sea como sea, cada tanto aparece uno. Así como en América o en Europa aparece una iglesia. Salvo que acá, en vez de hacer la señal de la cruz, la gente sigue otros rituales. Los que pude ir descubriendo por ahora: Tiran unas monedas a una especie de alcancía gigante y luego hacen dos reverencias, dan dos palmadas y después hacen dos reverencias más. Se hacen buches con agua que hay en unos bebederos y que toman con una especie de cucharones. Hay diversas alcancías en las que se ponen unas monedas y uno puede sacar un papelto de la fortuna y luego colgarlo en una especie de tender. También pueden obtenerse unos inciensos que se encienden en un caldero y se ponen en un... ¿incenciario? Y en vez de haber una cruz con un cristo clavado hay adornos y ornamentos preciosos y llenos de misterio.


























- Por las calles se ven muchas mujeres vestidas con kimono. Al estilo geisha. La mayoría sin el peinado y sin el maquillaje, pero con las ojotas, el kimono y ese andar arrastrando los pies. También hay hombres en kimono o túnicas. Pero menos.

- Las calles están llenas de máquinas expendedoras. De bebidas y de cigarrillos. Las de bebidas tiene bebidas frías o calientes, eso está indicado con el color rojo o el azul debajo de la lata expuesta. El aspecto de estas máquinas es totalmente setentoso.











- También hay por todas partes casas de video juegos. Y de “Pachinko”, una especie de tragamonedas que es furor y adicción de la tercera edad nipona. Especifico en “negocios”.

- La primera vez que, en nuestra cuadra, ví cola en la esquina para cruzar, me impresioné. Después, cuando fuimos al centro, al barrio Shibuya… lo de nuestra cuadra me pareció una estupidez. En Shibuya está la famosa esquina imposible de Tokio. En donde corta el semáforo y se puede cruzar en todas direcciones. Entonces, al cortar el semáforo una horda de gente, calculo que unas quinientas personas, cruzan todas juntas y hacia todas direcciones. Y además… qué gente... Shibuya es el barrio joven por excelencia y los jóvenes son acá verdaderamente alternativos. Vestidos de forma realmente estrafalaria, con peinados increíbles… (Ver “gente” y ver “lugares”).