domingo, 18 de febrero de 2007

Gente

- La gente acá es toda japonesa. La obviedad se transforma en algo avasallante teniendo en cuenta la cantidad. Son muchos. Son todos. O casi todos. Es muy raro darse vuelta para mirar cuando pasa un occidental. Ser claramente un extranjero. Muy extranjero. Porque las costumbres son tantas y tan diferentes, que acá se es extranjerísimo, de lugar y de cabeza.

- Una de las primeras cosas que nos llamaron la atención ya en el aeropuerto mismo es la gente con barbijo. Hay mucha gente que anda con barbijo, además los barbijos se compran casi en todas partes. No sabemos si los usan para no contagiar cuando están resfriados o para no contaminarse. Tendremos que averiguarlo. Ya está averiguado... ¡Para las dos cosas! (depende del grado de amor al prógimo o a uno mismo que tenga el que lo usa)






- Las costumbres de “buena educación” acá son prácticamente una obligación. Por eso al salir o entrar de los negocios todos los empleados cantan un saludito. Estamos tratando de identificarlos, pero no son siempre iguales. Lo que se repite es el cantito, la entonación. Al principio resulta simpático y uno, además, se ve en la obligación de responder, aunque sea con algún gesto. Pero enseguida uno se da cuenta de que es un gesto absolutamente mecánico y que, por ejemplo, en los “Todo por cien yenes”, en donde entra y sale gente permanentemente y son negocios abiertos a la calle, los empleados nunca, nunca, pero nunca, dejan de repetir el cantito de turno. Después de unos días es casi como si no los oyéramos… Por eso es que quiero apurarme a escribir todo lo nuevo que voy descubriendo, porque la capacidad de adaptación del ser humano, es arrasadora y capaz de neutralizar las cosas más increíblemente sorprendentes.

- Es una actividad más que interesante y entretenida, simplemente pararse a observar a la gente que anda por la calle. Hay mujeres vestidas con kimono y esas ojotitas que se usan con unas medias especiales, que tiene el corte entre el dedo gordo y los demás dedos. Estas mujeres andan por la calle así como si nada. Se las ve en el supermercado, en la calle, en el subte… Tenemos una foto de una mujer vestida con su kimono mandando mensajito de texto por celular a la salida del subte, que es una barbaridad… También hay, pero menos, hombres vestidos con kimonos. Ellos usan unas sandalias de madera que van apoyadas sobre dos rectangulitos de madera mínimos, una especie de mini zancos, o algo así. Los hombres que visten así son todos viejos. Mujeres con kimono, las hay de todas las edades. Y vimos unas pocas (dos), maquilladas en un estilo geisha, aunque muy liviano. Todas usan rodete.



















- Otra cosa muy llamativa son las viejitas. Caminan totalmente encorvadas, con las manos agarradas en la espalda o con unos carritos, una especie de changuitos que les sirven a la vez de bastón o andador.

- Nos llamó mucho la atención que casi no se ven parejas caminando por la calle. Y de las pocas que vimos sólo algunas iban agarrados de la mano. Mucho menos, por supuesto, hemos visto a parejas abrazadas y menos aún besándose.

- Tampoco hay muchos chicos por la calle. Al principio creíamos, según habíamos leído, que era porque acá existe el control de la natalidad y se permite tener un solo hijo por pareja. Sin embargo ya hemos visto un montón de gente con dos chicos. Aún así es muy poca la cantidad de chicos que se ven. De hecho hasta el momento sólo hemos visto un par de jugueterías. Lo que sí, a la hora de la salida del colegio aparecen chicos por bandadas. Y es muy gracioso el uniforme que usan. Van vestidos de marineritos, tanto nenas como nenes. Las nenas con polleritas, los varones con pantaloncito. Ambos usan gorritos enganchados con un elástico. Las nenas con un poquito de ala, los varones tipo casquito, con visera. Como Carlitos Balá… Y todos usan unas mochilas cuadraditas de cuero, muy altas sobre la espalda. Todos la misma. El look, en general, tiene una reminiscencia total a los uniformes del colegio de la época de mis padres (los años cuarenta).

- Los adolescentes también se visten de marineros. Marineros un poco más adultos. Los varones van con pantalón largo y saco cuello mao. Las chicas con pollerita, medias y guillerminas. El look de las chicas es bastante aniñado y, por momento resulta chocante ver a chicas que parecen bastante grandes, vestidas como si estuvieran haciendo la parodia de la colegialita…

- El barrio de Shibuya, el centro, centro de Tokio, es el barrio de los jóvenes y es el barrio alternativo por excelencia (ver “lugares”). Y cuando hablo de alternativo, no estoy hablando de los chicos palermitanos, con sus anteojitos y sus sacos con pantalón de gimnasia… Los jóvenes acá es evidente que gritan contra todo el reglamento bajo el cual viven condicionados, contra toda esa “efectividad”, “practicidad”,y esa manera única y más óptima de hacer las cosas que se impone en Japón. Desde los peinados, hasta la ropa, los zapatos, los accesorios, dicen “no”, a todo eso. Los estilos son diferentes. Van desde lo exagerado hasta lo bizarro total. Algunas chicas van peinadas y maquilladas como si estuvieran haciendo una parodia de los peinados de los años sesenta. Unos batidos imposibles de quince centímetros de alto, bucles recalcitrantes cayendo por debajo del batido. Pelos muy largos. Teñidas de rubio o castaño claro. Estas chicas se visten con ropas “elegantes”, ya que estas serían las “chicas elegantes”. Esos vestuarios suelen ser polleras muy cortas, poleras abuchonadas, tapaditos y zapatos siempre brillantes, fucsias, verdes, turquesas, rojos, pero lo importante es que brillen mucho, que sean bien platinados. También tiene que terminar en punta, tener un taco altísimo y por lo menos un moño o aplique de strasses de colores. También suelen usar, debajo de las medias, unas polainas hasta la rodilla, tipo bucaneras.
El otro estilo para las señoritas, es el “bizarro total”. En este caso los peinados son una exageración de lo bizarro mismo. Sería, digamos, cualquier cosa. Los pelos agarrados de cualquier manera. Dos colitas bien paraditas. Pelo fucsia. Adornitos de cualquier forma, corazones en medio del flequillo, cachos de cosas colgando. Todo muy extraño. Lo curioso es que tanto estos peinados, como la ropa (enseguida la describo), si bien así contada podría parecer algo medio punk, o moderno, en este contexto, la decodificación es otra, eso es bien evidente. Todavía no estuve aquí lo suficiente para entenderla desde acá, pero desde mi lugar, no entra en ninguna de las etiquetas conocidas. Es algo absoluta y totalmente japonés. No lo identifico con nada conocido. Con respecto a la ropa, estas chicas (y también los chicos, ya que en este look bizarro entran ambos sexos por igual), es absolutamente “complicada”, por eso digo lo de la oposición a lo óptimo y efectivo. Usan cualquier cosa, pero mucho. Pantalones con cortes indescriptibles, que sólo parecen pantalones porque van sobre las piernas, pero que tienen forma de cualquier cosa. Anchos. Cuadriculados. Escoceses. Pedazos de tela unidos de las formas más bizarras… Muchos accesorios. Difícil de describir, me falta observación. Ese será mi próximo trabajo de campo.
En cuanto a los hombres “elegantes”, igual que las mujeres usan peinados exagerados. Pelo largo con brushing. Y se visten de traje, pero con algún detalle tipo corbatín o camisa muy entallada.

- La mayoría de la gente, en general, en los barrios más comunes, está siempre vestida muy formal. Los hombres traje azul, casi todos y las mujeres usan bastante el negro. Aunque en todos los barrios, siempre hay gente vestida como describía antes. Pero nadie se da vuelta para mirarlos y son parte del paisaje cotidiano en cualquier lado en el que se esté.

- En todo momento y en todas partes, la gente está hablando y escribiendo en los celulares. Salvo en el subte en donde está prohibido hablar por teléfono (pero no escribir, así que escriben permanentemente). Hay todo un mercado de accesorios para celulares. Les cuelgan adornitos y los hay de todos colores y formas. Y los celulares tienen funciones increíbles, como por ejemplo traducir al inglés.

- Los japoneses leen de arriba hacia abajo. Es muy curioso en el subte verlos leer y ver cómo los ojos en vez de moverse horizontalmente, como nosotros estamos acostumbrados a ver, se mueven en vertical. Una curiosidad que me llamó la atención. Me llevó también a pensar qué diferente debe ser la mirada de esta gente. Me refiero a la organización de la mirada, que está tan condicionada al sentido en el que leemos. Dónde empieza algo y dónde termina. Qué está antes y qué después… Y después queremos usar el feng shui en nuestras occidentales vidas… Además, es curioso cómo nosotros que tenemos los ojos redondeados los usamos horizontalmente y ellos, que los tienen tan horizontales los usan en sentido vertical.

- Mucha gente saluda haciendo una reverencia. La respuesta automática es hacer otra para contestar, pero eso implica que ellos repitan el gesto y al final hay que darse vuelta e irse antes de que terminemos encerrados en un círculo de reverencias del que nunca podamos liberarnos…

- También los japoneses son super amables. Si uno está parado mirando un cartel del subte, por ejemplo, con cara de no entender nada, siempre hay alguien que habla inglés que se acerca para ofrecer ayuda. Lo mismo pasa con el idioma. Si bien son muy pocos los que hablan inglés, los que no lo hacen, hacen lo imposible por lograr la comunicación. Tengo un par de secuencias al respecto muy jugosas. Voy con una. Había visto en un negocio un adornito hermoso, pero en ese momento no tenía plata, así que volví al día siguiente para comprarlo. Pero, cuando volví a la tienda, el adornito ya no estaba. Como me gustaba mucho, me acerqué a la vendedora y le pregunté si hablaba inglés. Por supuesto que no lo hacía, ni ella, ni las otras dos mujeres que atendían el negocio. Por señas, le mostré a la chica en dónde estaba el adornito que me había gustado y la forma que tenía. Me entendió enseguida. Previo dejarme abandonada señalando el lugar del adónde había estado el adornito, se juntó con las otras dos mujeres y empezaron a hablar en japonés entre ellas, haciendo gestos y riéndose, evidentemente, tratando de ver cómo me explicaban lo que tenían que decirme. Finalmente la chica vino con un muestrario en el que me señaló el adorno que yo quería. Y agarró le celular y escribió algo en japonés. Evidentemente usó una función traductora del teléfono, porque cuando me lo mostró, aparecía, junto a los ideagramas japoneses: “to order, to request”. O sea, tenían que pedirlo. Hasta ahí todo bien. Pero me tocaba contestar. La chica me dio el teléfono para que escribiera mi respuesta… Qué respuesta, pensaba yo. Después de varios intentos fallidos, en los que la chica tuvo que venir a asistirme para que retornara la pantalla del traductor, le anoté “when”. Pero parece que ahí la chica ya había perdido la esperanza de que el teléfono nos comunicara y ahora estaban las tres mujeres tratando de explicarme algo, sin encontrar la manera. Las cuatro nos reíamos de lo lindo, eso sí. Entonces la mujer más vieja de las tres, llamó a alguien por teléfono, alguien que hablaba inglés, me pasaron con él y así pude saber que lo que querían era que les dejara mi dirección y mi teléfono para que ellas me avisaran cuándo llegaba el adornito… ¿¿¿avisarme por teléfono??? ¿¿¿Y en qué idioma??? Como además yo no había traído conmigo esos datos, le dije al hombre que vivía al lado del negocio y que podía pasar en cualquier momento. El hombre se lo comunicó a la viejita y así, señalando en un calendario, me enteré que el siete de febrero, estará mi adorno listo para retirar. Después escribí mi nombre en un papelito y me despedí de mis amigas en medio de carcajadas y aregatós varios. Ya pasó un tiempo de esta situación y tiene parte 2: El consabido siete de febrero me presenté en el nogocio, cuasi emocionada. No estaban las mismas vendedoras que la vez pasada, pero, enseguida supieron quién era yo. Una de las vendedoras corrió hacia adentro del negocio y vino apuradísima (acá es de muy mala educación hacer esperar al cliente), con un papelto que tenía algo escrito en japonés arriba y abajo su correspondente traducción al inglés, en donde decía que habían mandado a pedir mi adornito, pero que no había más en stock, ya que el tres de marzo es el día de las niñas y parece que ese tipo de adornitos salen a lo loco. Pero, que iban a fabricar uno para mi y que estaría listo el veinte de febrero... Quiero aclarar que no se trata de un buda de oro con incrustaciones de diamante, ni un jarrón de porcelana... es un adornito cualquiera, de tres mil yenes. Como si en Argentina se tratara de un móvil de cartón de veinte pesos... A veces tanta corrección me saca... pero a veces resulta sencillamente adorable.

- Los japoneses no dicen “yo” señalándose el pecho como nosotros. En su lugar se tocan con la punta del dedo índice, la nariz.








3 comentarios:

mariela pessah dijo...

tama, soy marie pessah, estoy alucinada con tu blog, ademas de superinteresante es muy divertido como describis la vida alli, me mató tu observacion sobre la mirada, (vertical-horizontal).
segui escribiendo plis.
mañana sigo leyendo, no lo termine.
besos, ahhhh FELIZ CASAMIENTOOOO!!!

patomundus dijo...

Hola! Llegué a tu blog tratando de entender porqué muchos japoneses usan barbijo! jajaja Me encantó!! Ya lo tengo en mis favoritos así sigo leyendo, besos!!!

Andros Stark dijo...

Vine por el tema de los barbijos y me terminó encantando el artículo. Muy bueno! :D