miércoles, 29 de agosto de 2007

¡LLAMEN A MI ANALISTA!

Japón me produce muchos problemas de autoestima. Ya lo había empezado a notar los primeros días en Tokio, cuando aún no habían llegado mis valijas y tuve comprarme vestuario completo y zapatos para la premiere party. Me resultó dificilísimo encontrar algo de mi talle, gusto y de corte que me favoreciera. Después de dos días de búsqueda logré dar con un outfit medianamente presentable, pero todavía me faltaban los zapatos. Como ya estaba podrida, me compré los primeros decentes que vi, a pesar de que me iban un poco chicos… En ese momento atribuí la estrechez a mi falta de paciencia. Y creí que esta dificultad sería un incidente aislado…

Tiempo después quise comprarme unos pantalones pescadores. Me fui a la tienda “Muji” (el vacuno nombre me esperanzó) que tiene sucursales en todo Japón, en donde venden cosas muy lindas y muy variadas (artículos de librería, de cama, cosas para el baño, comidas y ropa). Todo muy “Natura”, muy beige, blanco y negro. Me fui a la sección de ropa y me agarré todos los pescadores talle L que encontré en los percheros, a ver si encontraba alguno apto para todo culo. Me los probé todos. Ninguno me entró. Cuando salía del probador, después de darle a la vendedora la pila de pescadores descartados y el tisú para no manchar la ropa con maquillaje que te dan antes de entrar, pasé por un perchero que no había visto antes. Estaba lleno de pescadores. Me agarré uno que me gustaba, en talle L y me lo llevé al probador… Oh sorpresa!… Me iba grande! Cuasi emocionada volví al perchero y me agarré el talle M, que resultó grande también. Cuando el S me calzó perfecto, me fui chocha a la caja y lo pagué. Cuando me iba, pasé de nuevo por el perchero de donde lo había agarrado. Encima del perchero había un precioso cartel con corazones que decía, escrito en letras latinas: “Happy day, daddy”… estaba en la sección de ropa para hombres…

También hace poco, la malla de natación que me traje de Buenos Aires empezó a deteriorarse. Cuando me puse a mirar en las tiendas de deportes, buscando un reemplazo, descubrí que las mallas también están hechas a medida nipona. Me probé unas cuantas, la mayoría ni siquiera me pasaban por las caderas. Además descubrí que acá a las mallas les ponen una especie de tetitas postizas enganchadas (las japonesas tiene unas tetas mínimas, que tratan de rellenar con todo tipo de adminículos), que a mí me quedaban como dos conogoles aplastados. Después de probarme todas las talle L del sector juvenil, tuve que humillarme y revisar en los percheros de la sección “viejardas”. Ahí sí encontré una XL con cavado monja reclusa que más o menos anduvo…Aunque me va bastante apretada, la puedo usar… Eso sí, cada vez que hago una brazada tengo que meter el culo para adentro…

Cuando se me recalentaron las ojotas hawaianas y se me derritió la suela, entré en crisis. Obviamente, el talle más grande de las ojotas locales, me deja el talón completamente afuera.
Y así ando, con pantalones de hombre, malla de vieja y ojotas derretidas… Como para no tener problemas de autoestima. ¡Y mi analista del otro lado del océano!

Marcador: JAPÓN: 3 ARGENTINA: 0

2 comentarios:

Au drey dijo...

'Muji' quiere decir 'sin marca'.
Amiga, me hiciste reir mucho con tu relato!

Tamara Till dijo...

Me decís enserio? En mi diccionario no dice eso... Reírse de la desgracia ajena es muy feo.

Tama