sábado, 3 de noviembre de 2007

CASAMIENTO CHINO, UN JUEGO DE NIÑOS (parte 1)

Hace unos días volví de China. Fuimos al casamiento de Pata, amigo canadiense que se casó en Chengdú con su novia china, Zhu Sha. La boda fue una tradicional boda china, duró trece horas y estuvo llena de ingredientes tan eclécticos, que la hacen merecedora de un apartado dentro de este blog nipón. Apartado del mundo nipón y apartadísimo del primer mundo.

Domingo 21 de octubre:

7 am: Primera cita, en el lobby del hotel con las chicas del circo, en este caso: Sylivie (Canadá, directora artística), Denisse (Canadá, jefa de fisio), Esti (España, esposa de clown) y yo (argenta y esposa de otro clown). Nos tomamos un taxi hasta una esquina en donde debían encontrarnos las amigas chinas de la novia para llevarnos a la casa de su madre, en donde comenzarían los ritos casaderos.

Misma hora, lobby del hotel también: Primera cita de los muchachos del circo, en este caso: Alan (Inglaterra, stage managger), Renaud (Canadá, cocinero), Philipe (Francia, clown), Daizuke (EEUU/Japón, clown), Gerry (Austria, clown) y Cachi (Argentina, clown y marido), estos dos últimos, padrinos del novio. Se tomaron otro taxi para pasar a buscar al novio por su casa.

7.15 am: Las chicas llegamos quince minutos temprano a la esquina señalada. Señores chinos barriendo las veredas con sus escobas de paja despanzurradas, señoras chinas esperando para cruzar tejiendo paradas en las esquinas, ciclistas con pilas de reses de… vaya uno a saber qué, colgando del portaequipajes de sus bicicletas, triciclos-taxi, viejitas encorvadas, niños con los pantalones con abertura para caca y pis “anywhere, anytime”, todos nos dedicaron alguna atenta mirada, sin pudor y sin disimulo. Tres occidentales y una oriental occidentalizada (Denisse es hija de chinos), de punta en blanco en una esquina cualquiera, de un barrio cualquiera de una ciudad cualquiera de la China, un domingo a las siete y cuarto de la mañana.

7.30 am: Dos ruidosas amigas de la novia y una tía, se acercaron corriendo por la avenida. La única que hablaba algo de inglés nos supo decir: “Hello, I am acrobat too” (Zhu Sha, la novia, fue acróbata del circo durante siete años). A los gritos y muertas de risa, las chicas nos llevaron hasta una callecita angosta, plagada de de monoblocks. Miles de balconcitos atiborrados de palanganas, ropa tendida, bateas de aluminio, triciclos viejos, partes de cosas incomprensibles, tenders desvencijados, lonas, plásticos, canastos. El gris y el marrón topo uniformando los colores. Todo cubierto de tierra, de hollín. Toda China está cubierta por una capa espesa de tierra y de hollín. Nunca se ve el sol. Igual que casi todos los productos que consumimos en el mundo, el smog también es made in China.

7.35 am: Llegamos al grupo de monoblocks en donde vivía la madre de la novia. Un patio enorme sobre el que se asientan unos cinco edificios. En la entrada, después de atravesar una puerta de rejas, una casilla. En la casilla una mujer sentada con un bol de aluminio en la mano, un nene de no más de dos años corriendo a los tropezones, dejando ver su culito chino a través del tajo de los pantalones, acercándose cada tanto a la mujer sentada y comiendo los fideos que colgaban de los palitos que la mujer le acercaba a la boca. La casilla, la mujer, la silla, el bol, el nene… todo del mismo color gris topo. Todo cubierto de polvo.
El edificio de la casa de la mamá de Zhu Sha era el primero del grupo. No tenía puerta, directamente la escalera. Angosta. Empezamos a subir a las corridas esperando, después de llegar al tercer piso, que en el próximo estuviera el departamento de la madre. Estaba en el séptimo.
Adentro del departamento, la novia se movía de acá para allá, daba vueltas por el comedor chiquitísimo lleno de cuadros brillantes y coloridos, muñecos, dos sillones verdes, uno lleno de carteras amontonadas y el otro de maquillajes, una mesita ratona repleta de bolsas, un perro chiguaga, un dispenser de agua, una madre, dos tías, tres amigas y una maquilladora. La novia, preciosa, con su vestido tradicional rojo, ordenándole a todo el mundo lo que tenía que hacer, encargándole a la maquilladora que retocara el maquillaje de todas las mujeres que iban llegando, que eran muchas, a cada rato llegaba otra. Todas gritaban, nos saludaban, se reían. A nosotras nos hicieron sentar en uno de los sillones verdes, encima de las carteras. Nos dieron a cada una un vaso de agua caliente. Y la amiga acrobat, nos ofreció una bolsita de nylon con cuatro bolitas comestibles que contó en inglés, señalando, a cada número, a una de nosotras. Las bolitas estaban rellenas de algo dulce, pero eran picantes y saladas. Yo me comí la mía lo más rápido que pude y traté de aplacar el sofocón con el vaso de agua caliente.
Intercambiando señas (ni siquiera Denisse, que habla chino podía entenderlas porque en Chengdú se habla un dialecto bastante complicado), las mujeres nos explicaron lo que teníamos que hacer cuando llegaran los muchachos. Menos mal que ya estábamos adoctrinadas por el novio.
Mientras la novia seguía ordenando lo que hacer y quejándose de que le apretaban los zapatos, dos de las amigas, que se habían quedado abajo haciendo guardia, subieron corriendo a avisar que el novio y los muchachos estaban llegando.

8 am: Bajamos en manada las escaleras. Corriendo. Empujándonos. Gritando. Una vez en el patio, nos apostamos delante de la casilla, en donde la mujer seguía sentada con el bol en la mano y el nene tropezando con el culo al viento. El grupo comando de avanzada, se asomó por la puerta de rejas y gritando y dando saltos la cerraron y nos convocaron, igual que a las demás mujeres, a empujar con fuerza para que el novio no pudiera abrirla.

8.05 am: El novio, también de rojo, con su camisa cuello mao, sus pang langs (los padrinos) y unos cuantos caballeros más, se presentaron del otro lado de la puerta pidiendo a los gritos que los dejáramos pasar.
Las mujeres, desde adentro, respondimos también gritando y empujando la puerta de rejas, y en medio del forcejeo y el griterío, empezaron a llover los sobrecitos rojos con plata, que el novio nos arrojaba a modo de soborno. Doce centavos de yuan en cada sobre, el número de la suerte. Una vez que hubo bastantes sobrecitos como para rellenar los bolsillos de todas las mujeres, accedimos a dejarlos pasar, pero… subimos a toda máquina las escaleras para atrincherarnos adentro del departamento, volver a cerrar la puerta e impedir al novio otra vez que entrara.
Y otra vez forcejeo y griterío y sobrecitos rojos, que los pang langs le alcanzaban al novio y que el novio pasaba por debajo de la puerta y por la rendija que las chicas abrían de vez en cuando. Golpes, muchas risas, una excitación de todos los colores. Y la novia corriendo a encerrase adentro de la pieza. Y otra vez las chicas considerando el soborno suficiente y abriendo la puerta del departamento. Y de nuevo lo mismo con la puerta de la pieza. Y de repente había tanta gente en ese comedor diminuto, que del resultado del último soborno sólo me enteré por los gritos y los aplausos. Y porque enseguida aparecieron los novios ya juntos besándose, en el comedor.

8.15 am: Hicieron sentar a los novios en el sillón de las carteras. Les dieron un bol y dos palitos. Zhu Sha le dio de comer a Pata. Y Pata le dio de comer a ZhuSha. Una bola blanca, igual a un huevo de codorniz pero dulce y relleno de mermelada de porotos aduki. Después aparecieron dos tazas de té. Y dos almohadones en el piso, sobre los que los novios se sentaron en frente de la madre. Cada uno le ofreció a la madre el té y unas palabras. A Pata le entendimos la palabra Shie shié… “gracias”.

8.30 am: Pata agarró a la novia en brazos y así, cargada, la bajó los siete pisos por la escalera. Todos los demás, que a esta altura éramos muchos, los seguimos riéndonos y gritando. En el patio Pata se tomó un descanso, pero enseguida alzó de nuevo a la novia. El ejército familiar hizo detonar unas bazucas de papel picado que invadieron de colores el gris topo circundante y Pata cargó a la novia a través de la puerta de rejas, dejando atrás los balcones atiborrados, la casilla, la mujer sentada y el nene, que ahora arrastraba por el piso una tacita de aluminio atada a un piolín.
La caravana, detrás los novios (Zhu Sha siempre cargada por Pata), avanzó un par de cuadres, hasta donde una fila de autos negros, encabezados por uno decorado con un corazón de flores rosas y dos perritos novios de peluche, nos estaban esperando. Los novios y los panglang, subieron al móvil del amor y todos los demás fuimos distribuidos en los autos por una tía de la novia, que nos tuvo a todos cagando durante toda la fiesta en su afán por controlarlo todo. Los pang langs la bautizaron Brot kartoffen, o algo parecido y la saludaban con una venia cada vez que aparecía. La tía, chocha de la vida, siguió mandoneando hasta el final de la noche. Pero eso fue mucho después. Todavía no eran las nueve de la mañana cuando la caravana de autos partió hacia su próximo destino…

CONTINUARÁ...

FOTOS:

Pata pasando sobres con plata por la puerta del departameto de la suegra:

Pata golpeando la puerta de la habitación de Zhu Sha, multitud aguardando en el comedor:

Zhu Sha dándole de comer a Pata:

Pata dándole de comer a Zhu Sha:

Novios ofreciéndole té a la madre de Zhu Sha:
Pata cargando a Zhu Sha por las escaleras:

Pata cargando a Zhu Sha por el patio de los monoblocks:

Estallido de colores sobre el gris de fondo, Pata cargando a Zhu Sha cruzando la puerta de rejas:

Pata cargando a Zhu Sha hasta el móvil del amor:

El móvil de amor:

6 comentarios:

de ale lopez dijo...

que lindooooooooo
me muero de amor, si me caso me caso en la china!
ahora, quiero una foto de brot kartofen, quiero el segundo capitulo y quiero saber 2 cosas: quien empaqueto los sobrecitos que por lo que decis fueron muchos, y que opina el vecindario en gral de uqe los domingos a esa hora haya semejante kilombo.
esprando respuestas....
beso, ale.

Tamara Till dijo...

Y yo soy tu wedding planer.Voy a ver si rescato una foto de Bratkartoffel (ya averigüé, quiere decir papa frita, comida preferida de Hitler). El segundo capítulo está en camino. Hoy averiguo quién epaquetó los paquetitos que eran muchiiiiiiiiiisimos. El vecindario parecía de los más habituado al festejo matutino, las quejas empezaron más tarde, serán relatadas en el próximo capítulo. Espero haber satisfecho tus dudas. Beso!!

Maga E. dijo...

que buenoooo !!!
quiero saber más, porfi escribí, me encantó, me quiero casar así!! (si me caso)

subí más fotos!!!

Au drey dijo...

Yo lo que quiero saber es quien se quedó con la guita que había dentro de los sobrecitos...

Besos enormes, querida.

Tamara Till dijo...

Meki, cada cual se quedó con los sobrecitos que logró cachar. Yo, modestamente, me quedé con uno.
Beso!

Tamara Till dijo...

maga e, ya salió el vol. 2 con fotos y videos