9.15 am: Los invitados abandonamos por grupos el departamento y fuimos bajando hasta el patio de los monoblocks en donde nos dispusimos a esperar a los novios. Mientras esperábamos, el ejército familiar volvió a la carga, sembrando dos hileras de explosivos a uno y otro lado de los escalones de la entrada. Dos filas de petardos del tamaño de cartuchos de dinamita.
9.20 am: Los novios, ahora ambos sobre sus propias piernas, aparecieron por la entrada del edificio, seguidos de los pang langs y las damas de honor. Al bajar por los escalones, las cargas explosivas fueron detonadas y una especie de aguas danzantes, pero de chispas, rodearon a los novios durante su descenso. Unos cuantos temimos por la seda de los trajes de los novios y yo, particularmente, por el traje de Cachi cuya tela parecía ser de esas altamente inflamables… por suerte no hubo víctimas que lamentar, ni siquiera cuando las tropas detonaron más bazucas de papel picado.
Después, nueva sesión de fotos en el patio. Igual a todas las sesiones de fotos de cualquier casorio de los nuestros, salvo que esta vez, además de llamar a los tíos, los amigos, los padrinos y los familiares, el fotógrafo llamó para posar junto a los novios, al grupo de “los occidentales”.
9.45 am: Otra vez nos dirigimos a la caravana de autos y otra vez Bratkartoffel (era así. Significa papas fritas que, según Gerry, que fue quien bautizó a la tía mandona, era la comida predilecta de Hitler) nos volvió a repartir entre los autos. Nosotros, en este caso: Esti, Daisuke, Philipe y yo, tuvimos mucha suerte porque nos tocó uno muy bien decorado, con un budita sobre la luneta de adelante, que zarandeaba la cabeza a cada salto. A esta altura el tráfico en la calle estaba bastante más espeso. Autos circulando en cualquier dirección, pasándose unos a otros, doblando para cualquier parte y desde cualquier parte, frenando en cualquier lado, atravesándose, cruzándose, esquivándose, dando bocinazos. Muchas, muchísimas bicicletas sobrecargadas con altísimas pilas de cajas, bicis-mercados con sus canastos de pomelos y flores, bici-taxis, bici-fletes, bici-scanias… Caos tercermundista, apenas unos baches más que los de casa.
10 am: Llegamos hasta la calle peatonal del templo Jinli, en donde una multitud que incluía parientes, amigos, turistas circunstanciales y hasta periodistas de diarios y TV, nos estaba esperando. Pero además… cambiamos de caravana. De la fila de autos negros, pasamos al desfile encabezado por dos dragones chinos. Además, todos con sus trajes típicos tan coloridos y brillantes, dos bailarinas organizadoras con sus palitos de organizar, varios músicos con platillos, tambores y trompetines, unos cuantos llevadores de carteles, dos niños, dos gritadores y ocho porteadores: cuatro encargados de cargar la silla palanquín que transportaría a Pata y cuatro el palanquín cerrado al que subiría Zhu Sha.
Después de posar junto a los novios, las bailarinas organizadoras con sus palitos de organizar, le enroscaron a Pata una tela roja larguísima con un moño alrededor del cuerpo y después le taparon la cara a Zhu Sha con un velo rojo y la ayudaron a subir al palanquín, mientras una jauría de reporteros entrevistaba a Pata (la historia de Pata y Zhu Sha es famosa en Chengdú en donde casi no hay occidentales).
10.10 am: A la orden de las bailarinas organizadoras con sus palitos de organizar, los músicos empezaron a tocar. Tambores, platillos y trompetines con sonidos chillones, una especie de aullidos rítmicos que con el devenir de las repeticiones dibujaron una estridente y repetitiva melodía. Con la música, los dragones empezaron a moverse y hacer piruetas, las bailarinas a bailar y sonreír, los gritadores todavía no gritaban, los chicos levantaron sus farolitos, los llevadores de carteles, sus carteles y los porteadores, los palanquines de Zhu Sha y Pata. Todos empezamos a avanzar y Bratkartoffel a meter sobres rojos con plata en los bolsillos de los desfilantes.
Mucho color, ruido, movimiento. Una multitud de gente por delante, por detrás, por los costados del desfile. Una comparsa oriental. Un sambódromo de ojos rasgados y también redondos. Gritos en chino, en inglés, en francés, en castellano. Y las calles cerradas para que la caravana avanzara. Y las quejas de los automovilistas, que no podían cruzarse, pasar en rojo los semáforos y hacer infracciones a su gusto. Y de pronto, los gritadores gritando unos gritos salvajes y deteniendo el desfile. Y las bailarinas organizadoras, con sus palitos de organizar, ordenando a los porteadores que bajaran los palanquines. Haciendo descender a Pata y Zhu Sha y entregando a Zhu Sha el extremo final de la tela roja que Pata tenía enroscada al cuerpo. Y haciendo reanudar la marcha y continuar con los novios a pie, Pata adelante, Zhu Sha unos pasos más atrás, atados así, uno con otro.
10.50 am: Habían pasado cuarenta minutos, durante los cuales los novios, ordenados por las bailarinas organizadoras y sus palitos de organizar, bajaron y subieron de los palanquines unas tres o cuatro veces. La última bajada fue a unos pasos del salón. Pata tuvo que volver a cargar a Zhu Sha, pero esta vez sobre la espalda, para caminar sobre una alfombra roja atravesando primero una montaña, que era una tarima y después caminando sobre el fuego, que eran unos leños de plástico con papel celofán naranja. Hasta que finalmente llegaron a la entrada del salón en donde los recibió un sacerdote que le dio a Pata una varilla y le indicó que levantara el velo de la novia. Lo que no le aclaró era que tenía que levantarlo con la varilla… la puñalada de los ojos de Zhu Sha cuando Pata agarró el velo con la mano hizo que Pata entendiera enseguida como era el sistema, aunque la varilla se le enredara entre los flecos del velo. Finalmente el velo fue quitado y todos aplaudimos y los novios se besaron y salieron corriendo a cambiarse para la segunda parte del casorio, mientras el sacerdote se sacaba el gorrito y desarmaba los falsos leños y la multitud firmaba un poster para los novios.
Nosotros firmamos el poster y nos fuimos para nuestras habitaciones (el salón estaba en nuestro hotel), para cambiarnos también. Los pang langs no. Ellos tuvieron que quedarse junto con los novios y las damas de honor a recibir a los invitados que iban llegando para la segunda parte de la boda.
CONTINUARÁ…
FOTOS:
Foto 1: Pata Y zhu Sha posando en la cama con corazones de globo
Foto 2: Los novios en el sillón del living posando con los pang langs y las damas de honor (¿serían las palanganas?) la de la izquierda es la amiga acrobat y la de la derecha, su secuaz. El que no es Cachi, es Gerry.
Foto 3: Detonaciones del ejército chino a la salida del departamento.
Foto 4: Los novios con los occidentales (más dos orientales occidentalizados). De izquierda a derecha: Philipe, Esti, Sylvie, Gerry, los novios, Daizuke, Cachi, Renaud, Alan, me, Denisse. Mis amigos de este lado del mundo.
Foto 5: Una de las tantas, tantísimas bicicletas sobreexcedidas de cajas que
nos cruzamos por el camino.
Foto 6: Novios y padrinos posando con los desfilantes antes de arrancar
Foto 6: Novios y padrinos posando con los desfilantes antes de arrancar
Foto 7: Bailarinas organizadoras con palito de organizar, atando a Pata con la tela roja.
7 comentarios:
Qué buena la crónica!
y qué bueno está Alan(?) jajaja
besos muchos desde el otro lado del mundo
Gracias emmapeel, ¿viste? nosotros también tenemos Alans buenos de este lado del mundo, je.
Beso grande
besos y seguimos acá con los ojos chinos leyendo
Es que Alan es un nombre que embeshece. Es así.
Dejá de escribir y venite de una buena vez. No traigas tomates, las carilinas nomás.
Besos miles.
Mek,
Ya estoy yendo, falta poco. Pero... si dejo de escribir ¿qué hago mientras tanto?
Besoooooooooo
emmap,
Como salió la lectura???? Hubo ovación?
Es verdaT, seguí escribiendo, y venite prontico.
La lectura de Emma divinísima, la más aplaudida.
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